
Objetivo: Ayudar al adulto a gestionar su propia frustración por la lentitud del niño.
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La visión del tiempo: El niño vive en el puro presenteLa prisa, el horario y el estrés son conceptos de adultos. Cuando les gritamos por ser lentos, les transmitimos nuestro propio estrés.
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Regulación parental (El antídoto contra las prisas):
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Conciencia: Identificar cuándo la frustración por la lentitud es nuestro ansiedad y no la malicia del niño.
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La pausa de 3 segundos: Antes de dar una orden o reaccionar a su distracción, deténgase, respire profundamente tres veces y luego hable con calma. La calma es contagiosa.
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Herramientas de anticipación: Haz que el tiempo sea tangible y predecible. Usa canciones, cronómetros visuales (de arena o de luz) y avisos de transición (“En 5 minutos, se acaba el tiempo del parque”).